viernes, enero 25, 2008

 
El día que nunca termina

Todo empezó el domingo 20 de enero de 2008, alrededor de las 10:00 am cuando salí de casa hacia el aeropuerto de Newark. Tomaría el vuelo de las 12:00 pm a Beijing, que se retrasó hasta las 3:30 pm, por lo que después de 13 horas de vuelo llegué a Beijing a las 6:30 pm del lunes.

Una vez en Beijing fui a cenar y a las 11:00 pm estaba listo para terminar el día. Esto significaba que mis actividades del lunes se habían limitado a cruzar migración China, trasladarme al hotel, registrarme y cenar… ¡Había perdido mi lunes!

Esto resultó una falacia temporal, ya que alrededor de las 2:00 am del martes, comencé a despertarme y dar vueltas en la cama. Al cuerpo no lo engañas tan fácil; y este me exigía su lunes. A final de cuentas para él era apenas la 1:00 pm del lunes, así que todavía había posibilidad de recuperar algo de lo perdido. Y así sucedió; Blackberry en mano, desde la cama empecé a despachar los correos que se habían acumulado en el transcurso de la mañana del lunes del hemisferio occidental. Al poco rato renuncié a todo intento fútil de dormir, a final de cuentas ya estaba bueno como para una siestecita de medio día, y me conecté a Internet, con correo electrónico, chat, y toda la cosa.

Fue así como se gestaba el día interminable que estoy viviendo. El calendario indica viernes 25 de enero. La pantalla del avión señala que la hora local en el lugar de partida es 9:27 pm; que en nuestro destino, Newark, son las 8:27 am, y que nos restan 8 horas con 34 minutos de vuelo. Para mí, más bien que es lunes y no viernes. No he dormido ni de noche ni de día, he enviado correos electrónicos desde que salí de casa, y la última referencia cierta que tengo es que ese día era domingo. Recibí 4 copias del China Daily, anunciando el inicio de un nuevo día, pero en CNN apenas mostraban las noticias de la tarde. Llegando temprano a la oficina en Beijing hablo temprano a casa; le pregunto a Ale si ya se va al museo, ella se ríe y me dice: “¡cual museo, si ya me voy a acostar!”

Ya no se si es de día o de noche. En poco tiempo cruzaremos la línea internacional del tiempo. ¡Ya no se si voy o vengo!. Despegamos a las 5:00 pm de Beijing. La computadora de vuelo indica que aterrizaremos a las 5:02 pm. Pienso que no está nada mal: un vuelo de dos minutos de duración… ¿dos minutos? ¡Quiero mi dinero de regreso!. ¿Más de mil dólares por un vuelo de dos minutos?

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