miércoles, julio 04, 2007

 
Fronteras

Visitamos Niagara Falls hace unas semanas. Esto implicó cruzar en auto la frontera de USA con Canadá. Con mi marco de referencia no pude más que pasar el tiempo haciendo comparaciones con la experiencia de cruzar en auto (o caminando) desde México hacia Estados Unidos.
Algunas diferencias: el agua del río está limpia; el lado mejor desarrollado no es el de Estados Unidos; puedes marcar teléfonos en ambos lados de la frontera con diez dígitos, de manera transparente, no importando si marcas a celular o a línea fija; es casi imposible distinguir a los nacionales de un país de los del otro, todos son multi-raciales; ninguno de los dos países parece reclamar, o deberle nada al otro.
Hace unos días, mientras yo estaba en México se dio a conocer la noticia del fracaso de la reforma migratoria que proponía Bush en Estados Unidos. Esto último fue calificado como un “grave error” por Felipe Calderón.
Este sábado pasado, mi esposa fue al Consulado de México en Nueva York; el propósito de la visita fue renovar su pasaporte. Dedicó 7 horas al trámite, desde las 7:30 am (hora en la que fue citada hace más de un més que lo solicitó), hasta las 2:30 pm, hizo varias "colas" y esperó, esperó y esperó.
Me pregunto, ¿que pasaría si en lugar de juzgar las decisiones del país vecino (¡independiente y muy soberano!), nuestro Presidente se fijara en la calidad de servicio que su gobierno presta a sus conciudadanos?, ¿Qué pasaría si la frontera de México con USA se pareciera sólo un poquito a la de Canadá con USA?

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